Por: Cecilia Foxworthy – Agora Partnerships
José Ernesto Amorós – EGADE Business School, Tecnológico de Monterrey
Del lat. tardío impactus.
1. m. Choque de un proyectil o de otro objeto contra algo o alguien.
2. m. Huella o señal que deja un impacto.
3. m. Efecto de una fuerza aplicada bruscamente.
4. m. Golpe emocional producido por un acontecimiento o una noticia desconcertantes.
5. m. Efecto producido en la opinión pública por un acontecimiento, una disposición de la autoridad, una noticia, una catástrofe, etc.
¿Qué es impacto desde la perspectiva del emprendimiento? ¿Por qué esto debería ser relevante en el contexto de América Latina?
Cuando nos formulamos estas preguntas, nos dimos cuenta que dar una respuesta no es una tarea sencilla. La definición de impacto tomada del diccionario tiene más bien una orientación negativa, salvo “dejar huella”. Pero creemos que esta acepción es suficiente para ir formándonos una idea más clara. Sin duda, para muchas personas, las y los emprendedores son individuos que dejan huella.; y esa huella puede ser positiva o negativa.
Según el BID (Inter-American Development Bank Group) hay 27.5 millones de pequeñas y medianas empresas en América Latina y el Caribe, de los cuales, 26.2 millones son microempresas, el efecto agregado de sus acciones tiene una enorme consecuencia tanto en el ámbito social como medioambiental de la región. No existe información completa de la huella cumulativa de los micro, pequeñas y medianas empresas (MiPYME) de América Latina, pero si nos basamos en que estas entidades contribuyen 60-70% de la contaminación industrial de Europa, podemos asumir que el efecto en nuestra región también es importante.
Pero también sabemos que “esa huella” no es igual entre los distintos tipos de emprendimiento – algunos emiten impactos negativos más dañinos y otros impactos positivos importantes. Si bien reconocemos que hay todo un rango de impacto que una empresa puede generar, entonces, ¿dónde se encuentran los emprendimientos de impacto?
Primero veamos que se entiende por emprendimiento de impacto. Gideon D. Markman y colegas lo definen “como el desarrollo de aplicaciones y soluciones sostenidas que abordan colectivamente grandes desafíos para mejorar el mundo”.
La lógica tradicional del emprendimiento, se ha basado en los principios de la economía donde la creación de riqueza (económica) es el objetivo último. Esto explica el éxito y reconocimiento a las empresas de rápido crecimiento, “unicornios” que logran grandes ganancias monetarias. De ahí que admiremos los casos de Apple, Google, Tesla, Amazon, Alibaba, Tencent, por mencionar solo algunas de las empresas más grande que nacieron del emprendimiento.
Pero los emprendedores de impacto aparte de aplicar la lógica de la economía, priorizan la resolución de estos grandes desafíos formidables antes de la creación de riqueza per se. También utilizan la capacidad empresarial para corregir las fallas de mercado que han creado problemas ambientales, sociales y / o económicos. Vale la pena enfatizar que las actividades como el emprendimiento social , o bien de tipo altruistas o de caridad, sin quitarles su importancia y relevancia, no son exactamente lo mismo que el emprendimiento de impacto.
La clave es la solución, colectivamente, a los grandes desafíos, por lo que se enfatiza el impacto sobre la creación de nuevas empresas y tampoco se prioriza el binomio lucro vs. sin fines de lucro. Los emprendedores de impacto pueden perseguir un genuino fin de lucro y al mismo tiempo dar respuesta a estos grandes desafíos.
Precisamente porque América Latina está llena de grandes desafíos (desigualdad, mala distribución de la riqueza, mercados laborales precarios, pobreza, grandes zonas contaminadas, estrés hídrico, falta de energía limpias, y un gran etc.) es que los emprendedores de impacto son extremadamente relevantes para la región. Porque también existe un componente esencial en el emprendimiento de impacto: este motiva al compromiso y las interacciones entre los actores privados, públicos y de la sociedad civil.
Es decir, el emprendimiento de impacto no solo obedece al enfoque de “grupo de interés” o lógica de “accionistas” sino que moviliza a la acción colectiva. Y esto es algo que se requiere de manera urgente en América Latina. No obstante, un censo emprendimiento de impacto realizado por Disruptivo en México encontró poco más de 300 en ese país.
Aunque este número no es exhaustivo, y ha crecido bastante en los últimos años, todavía demuestra una brecha enorme de oportunidad dado los más de 4 millones de MiPYME que actualmente existen en solo México. Dado eso, y considerando los 27.5 millones de MiPYME anteriormente mencionado, el sector de emprendimiento de impacto debe de alguna forma dar entrada a estas empresas ayudándoles a generar externalidades positivas y menos daños socio-ambientales. Un ejemplo interesante es el de Choco4Peace, un emprendimiento social que utilice tecnología para brindarles a los agricultores de Colombia la asistencia financiera y no financiera que necesitan para generar empleos dignos a personas que viven en zonas de conflicto.
En México, está el ejemplo de Toroto, otro emprendimiento social que trabaja de la mano con comunidades locales para disminuir su huella de carbono e iniciar proyectos forestales y de agricultura regenerativa. En ambos casos, las MiPYME juegan un rol en el impacto positivo que los emprendimientos de impacto generan – es decir, sus destinos están interrelacionados, lo cual hace que ambas partes se enfoquen en la reducción del impacto malo y la optimización y maximización del bueno, creando una situación ganar: ganar.
Si bien parte de nuestro sueño es que las próximas “empresas unicornio” en América Latina estén cada vez más alineadas a la creación de impacto, no es solo una cuestión del tamaño o valorización relativa de la empresa. Se trata, como ya lo hemos comentado, de un esfuerzo colectivo donde las emprendedoras y emprendedores de la región, no importa si su iniciativa es pequeña, mediana o muy grande, enfoquen sus esfuerzos para estos grandes desafíos. La pandemia de COVID-19 ha retrasado la agenda 2030 de desarrollo sostenible. Hoy más que nunca necesitamos más mujeres y hombres comprometidos con la generación de impacto. Todos queremos que América Latina y el mundo sea un mejor lugar para vivir.